De mi Madre y su ausencia.
- Lily Lopez
- 15 ago 2016
- 3 Min. de lectura

Mi madre era una mujer excepcional, y no lo digo porque era mi madre sino por la cosecha que le vi recoger durante su enfermedad terminal. Mi madre tenía el don del servicio emocional, se entregaba con lo poco que tenía con el fin de ayudar al que la necesitara. Tenía un carácter tan fuerte que confieso que en ocasiones me hacia termerle, pero a la vez era, indiscutiblemente, el ser mas amoroso que he conocido, y ojo, su amor no era expresado en caricias, ni palabras dulces, mas bien era en la forma en la que se desenvolvió como madre, hija, hermana y amiga. Todo aquel que la conocía sabía que podía contar con ella en cualquier momento, a cualquier hora.
Mi madre era una mujer de principios, valores y altas expectativas ; era una superheroina espiritual pues a pesar de las batallas emocionales que la vida le presentó siempre fue capaz, muy a su estilo, de sonreír y seguir su camino con la cabeza en alto. Recuerdo que cuando falleció las personas que vieron la publicación en el periódico me llamaron a reclamarme porque no les había avisado de su estado real, pues para ellos ella estaba muy bien ya que así les hizo creer. Mi madre también fue una mentirosa, me decía que estaría bien sin ella, me dijo que no me preocupara por su estado y que me ocupara de terminar mi carrera, mientras ella vivía conociendo que moría día tras día; Mi madre me enseñó que ella siempre estaría a mi lado y nunca me enseño a vivir sin ella.

Desde su muerte no ha existido un día de mi existencia en que no la nombre, si no lo hago en voz alta mi vocesita interna me la recuerda. Desde ese día cuando me sonrió por última vez, cuando me miró con aquellos ojos evolucionados, no he logrado perdonarme el tiempo perdido a su lado, la di durante tanto tiempo por sentada que nunca me preparé para no tenerla.
Desde su muerte no hay una etapa, un cambio, una meta alcanzada que no añore tenerla a mi lado. Siempre recurro a su memoria como un salvavidas en mis momentos de desesperación. Su amor trasciende en la mirada de mi hijo para recordarme que para ella fui lo mas importante (aunque todo el mundo dice que el es igual a mi esposo, yo se muy dentro de mi que aquella mirada la heredó de mi madre).
Su ausencia, es uno de mis combustibles, pues su legado ha quedado impregnado en mi ser. Su expectativas sobre lo que podría llegar a ser son el recordatorio que me permite seguir firme en mis valores y mis ideales. Su fortaleza ante todo me recuerda que la DEBILIDAD no es permitida a grandes escalas en mi vida pues fui criada para triunfar.
Su amor es el valor al que recurro cuando yo misma no soy capaz de amarme, pues si ella me amó por sobre todas las cosas lo único que me queda es amarme, amar y ser amada.

Mi madre y su ausencia me han enseñado que nuestros padres han hecho por nosotros lo mejor que han podido y que aunque en ocasiones no comprendamos sus decisiones todo tiene como objetivo que seamos felices.
Mi madre y su ausencia me han enseñado el super poder de valorar a mis padres con sus defectos y con sus virtudes de la manera mas auténtica que mi corazón conoce.
Mi madre y su ausencia me motivan a invitarles a que amen a sus padres, que disfruten de su presencia y que valoren sus defectos pues a ellos le debemos mucho mas que nuestra existencia física.





















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